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El gas licuado de petróleo es una alternativa más limpia que muchas fuentes de energía convencionales como el carbón, gasolina, diesel y leña. Además, reduce la incidencia en enfermedades respiratorias y cardíacas.
En el mundo hay cada vez más conciencia sobre los beneficios de las energías limpias, debido a que emiten menor cantidad de gases de efecto invernadero y otros contaminantes que producen enfermedades y afecciones.
El gas licuado de petróleo (GLP), como fuente de energía de transición, también es una alternativa para cuidar la salud de las personas. Es una opción eficiente y más limpia que los derivados de los hidrocarburos, el carbón y la leña, que producen residuos que afectan la calidad del aire. Si se considera que la contaminación ambiental es el principal riesgo para la salud pública en América, de acuerdo con datos de la Organización Panamericana de la Salud, se entiende la importancia de apostar por energías más limpias como el gas licuado.
Cómo beneficia el GLP la salud de las personas
La exposición a altos niveles de contaminación del aire puede afectar la salud de muchas formas. Puede, por ejemplo, aumentar la incidencia de enfermedades cardíacas, infecciones respiratorias, derrames cerebrales y cáncer de pulmón. El uso del gas licuado es menos nocivo por varias razones.
Genera menor contaminación del aire en el hogar
En el mundo cerca de tres mil millones de personas todavía cocinan y calientan sus hogares quemando carbón, leña o queroseno, según un estudio realizado por la Asociación Mundial del Gas Licuado de Petróleo (WLPGA, por sus siglas en inglés). Exponerse al humo que se genera al cocinar con combustibles muy contaminantes en espacios cerrados aumenta de dos a tres veces las posibilidades de desarrollar una enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
Al contrario, el gas licuado, si se utiliza de forma adecuada, no deja residuos ni produce humo u hollín. Este último componente es altamente peligroso, pues está constituido por partículas muy pequeñas que pueden pasar fácilmente a través de la garganta y la nariz, alojarse en los pulmones e ingresar al torrente sanguíneo. Como resultado, puede provocar ataques cardíacos y de asma.
Conoce aquí la importancia de usar gas licuado como combustible alternativo.
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Produce menos CO2 que los combustibles tradicionales
El gas licuado emite menos gases de este tipo que otros combustibles derivados de los hidrocarburos como el diésel, la gasolina o el ACPM cuando está en combustión, por lo que al utilizarlo se reducen las condiciones que afectan la salud y el bienestar. Conducir un vehículo con GLP, por ejemplo, puede reducir las emisiones de CO2 entre 10% y 12%, comparado con un vehículo de gasolina, según datos de WLPGA.
Conoce los beneficios del GLP para la salud según el WLPGA.
El CO2 (dióxido de carbono) es uno de los principales gases de efecto invernadero. La mayor fuente de estas emisiones es la combustión del carbón, el petróleo y el gas en centrales eléctricas, instalaciones industriales y automóviles.
El CO2 no es tóxico ni nocivo para la salud, pero en altas concentraciones puede afectar la respiración. Puede producir, por ejemplo, asfixia por desplazamiento del oxígeno; es decir, el CO2 desplaza el oxígeno en el aire y ocupa su lugar. Asimismo, puede provocar dolores de cabeza, somnolencia, falta de concentración, mareos y problemas respiratorios. De hecho, las personas con asma deben procurar estar en ambientes con bajas concentraciones de CO2.
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Reduce riesgos laborales
El gas licuado, como todas las fuentes de energía, implica ciertos riesgos para quienes trabajan con él, especialmente por su potencial inflamable. Sin embargo, resulta menos peligroso y dañino que trabajar con otras fuentes de energía.
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El carbón, por ejemplo, produce polvo de carbón y sílice, y cuando las partículas son muy pequeñas (menores a diez micrones) y son inhaladas por el personal que lo manipula. Estas partículas se asientan en los pulmones y producen enfermedades relacionadas con las vías respiratorias, como bronquitis crónica, enfisema y enfermedad pulmonar obstructiva crónica, entre otras.
El gas licuado, por su parte, no es tóxico. En caso de una posible inhalación, su acción fisiológica sobre el organismo se traduce en una ligera acción anestésica. Este riesgo se reduce si los tanques y cilindros se ubican en zonas bien ventiladas; esto evita la posible acumulación de gases. Por tanto, la afectación que el gas licuado de petróleo tiene sobre la salud de las personas que trabajan con él o lo utilizan es menor comparado con otros combustibles.
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El uso del gas licuado ayuda a mitigar el impacto de las fuentes de energías tradicionales en la calidad del aire y, como consecuencia, en la salud de las personas. Por ello, adoptarlo como fuente alternativa de energía aumenta la esperanza de vida y mejora el bienestar de la sociedad.