El sector de alimentos y bebidas, una de las principales actividades de exportación de Colombia, deberá cumplir con nuevas exigencias medioambientales en las que el GLP toma un papel protagónico.
El sector agropecuario de alimentos y bebidas, catalogado así por la Asociación Nacional de Comercio Exterior (ANALDEX) de Colombia, fue la segunda actividad más importante en exportaciones del país durante el mes de marzo. De acuerdo a la entidad, representó el 24,1% de los envíos al exterior, solo superado por el de las industrias extractivas, que participaron con el 49,9%.
Si bien en lo acumulado del primer trimestre de este año, las exportaciones totales cayeron en un 9,4% frente al mismo período del 2023, el sector agropecuario de alimentos y bebidas registró un crecimiento interanual del 4,6%.
Los productos que más se comercializaron fueron las legumbres y frutas (56,8%), azúcares, preparados de azúcar y miel (8,5%), productos animales y vegetales en bruto (7,7%). Por su parte, decreció el valor de las ventas de café, té, cacao, especias y sus preparados (-9,5%), aceites y grasas fijos de origen vegetal (-31,2%), y carne y preparados de carne (-44,6%).
El principal destino de los productos es Estados Unidos, que representa el 27,6% de los envíos, le sigue la Unión Europea (UE) con el 10,5% y Panamá, con el 8,6%. En conjunto, estos tres destinos representan el 46,7% del total de las exportaciones colombianas.
Cabe destacar que, según un análisis de FastForward, consultora de compañías latinoamericanas que inician sus operaciones en Estados Unidos, los principales productos que se exportan desde el continente hacia ese país son del rubro alimentos y bebidas (45%), seguido de cosméticos (35%) y medicamentos o dispositivos médicos (20%).
Sin embargo, las empresas de alimentos ahora se enfrentan a un desafío comercial inédito: políticas medioambientales que exigirán que sus productos se elaboren con bajas emisiones de CO2.
Uno de los casos más sonados es el de la UE, que desde el 2023 empezó a aplicar de manera paulatina un Mecanismo de Ajuste de Carbono en Frontera (CBAM), que fijará un precio equivalente a las emisiones de carbono que tenga un producto importado en su cadena de producción. Es decir, si la producción de alimentos se realiza con alta huella ambiental, las empresas deberán pagar un arancel.
La medida está en una fase de aplicación transitoria que durará hasta finales del 2025. A partir del 2026 regirá plenamente. En principio afectará las exportaciones de un grupo de productos intensivos en carbono como hierro, acero, cemento y fertilizantes, y se extenderá a otros como maderas, papel y alimentos.
El gas licuado al rescate de las empresas de alimentos
Estas nuevas medidas medioambientales podrían aplicarse en otros mercados con el correr de los años. Por lo tanto, es clave para las empresas de alimentos utilizar criterios de eficiencia energética y migrar hacia energías limpias y combustibles bajos en carbono, como lo es el gas licuado de petróleo (GLP).
Según la Asociación Colombiana del GLP (Gasnova), ya sea utilizado como fuente de cocción de alimentos, combustible vehicular o náutico, calefacción o aplicaciones industriales, el gas licuado es una energía de combustión limpia que contribuye a la reducción de las emisiones de CO2 en comparación con el diésel, la gasolina, la biomasa, el fueloil y, en algunos casos, la electricidad.
La entidad asegura que el gas licuado genera 50% menos de emisiones que algunas estufas que funcionan con biomasa y un 19% menos de gases de efecto invernadero que las estufas de queroseno.
El gas licuado también se diferencia del carbón, que es considerado uno de los combustibles más contaminantes del mundo. En su combustión, el carbón libera partículas que quedan flotando en el aire, denominadas hollín, que algunos expertos clasifican como el segundo mayor contribuyente al cambio climático, después del CO2.
En cuanto a la leña, es un recurso utilizado por el sector agropecuario de alimentos y bebidas, pero se extrae de la tala, actividad que empieza a ser penada por algunos comercios del mundo. Por ejemplo, la UE, además del CBAM, en su Pacto Verde Europeo establece que los productos importados tendrán que certificar que su origen proviene de zonas que no se han deforestado, al igual que limitar el uso de agroquímicos.
Por tanto, los agricultores y dueños de compañías de alimentos y bebidas que aún usen carbón o leña durante sus procesos productivos, podrán migrar al gas licuado sin necesidad de grandes inversiones de capital, aumentando su eficiencia energética y reduciendo su huella de carbono. Esto les permitirá ser más productivos y estar cada vez más cerca de cumplir con la normativa internacional para la exportación.
Mayor versatilidad y eficiencia
Además de ser más económico que muchas otras fuentes de energía, el gas licuado es más eficiente y versátil: brinda muchas ventajas para la producción de alimentos, como controlar la temperatura de manera sostenible y puede utilizarse en procesos de producción de vapor, agua caliente y esterilización.
Asimismo, este combustible tiene numerosas aplicaciones tales como hervir, freír, guisar, cocinar, hornear, asar, secar, deshidratar.
El gas licuado se destaca en múltiples usos dentro del sector de alimentos, desde las panaderías hasta los productores de bebidas carbonatadas, y aquellos que requieren deshidratación de productos alimenticios como leche, café y chocolate para formar polvos instantáneos. Asimismo, es utilizado por hoteles, restaurantes, panaderías, cantinas y negocios, como fuente de energía confiable para proveer de alimentos frescos e inocuos.
Unigas, líder entre las empresas de gas licuado, ofrece asesoramiento a las empresas interesadas en comenzar a utilizar este energético, detallando qué tipo de ahorros económicos y ambientales obtendrán sus clientes para así poder alcanzar metas de reducción de la huella de carbono.
De manera ágil y brindando alternativas de financiación, en cuestión de días Unigas es capaz de proveer la infraestructura necesaria para que las empresas de alimentos puedan contar con todos los beneficios del gas licuado, mejorando no solo su producción, costos y eficiencia sino también maximizando oportunidades de negocio y dando cumplimientos a normativas que serán cada vez más estrictas tanto a nivel internacional como nacional.
Conclusión
La Unión Europea está marcando un camino, que puede ser tendencial para la producción de alimentos en particular y para todas las industrias a nivel general: gravámenes para bienes con alta huella ambiental. Esto obligará a las compañías a realizar una transición energética hacia las energías renovables y a utilizar combustibles de bajas emisiones, como el gas licuado, ya que países como Colombia esperan una fuerte reducción de CO2 para el 2030.
El GLP, que es el hidrocarburo más limpio junto con el gas natural, se destaca además por su eficiencia y versatilidad, y puede emplearse en acciones tan diversas dentro de toda la cadena de producción de alimentos como hervir, freír, guisar, cocinar, hornear, asar, secar, deshidratar.
En conclusión, el gas licuado es el complemento ideal para las empresas de alimentos ya que les permite un gran margen de ganancia, generando menores emisiones a la hora de su producción lo que hace posible que se adecúe a las exigencias internacionales de mercado.