Es indispensable que las pymes disminuyan sus emisiones de CO2.
La preocupación por el impacto sobre el medioambiente es generalizada entre personas y organizaciones de todo tipo y tamaño. El Objetivo para el Desarrollo Sostenible número 13, “Acción por el clima”, es un llamado a medir el impacto ambiental —consumo energético, producción de residuos, uso de materiales y evaluación de la cadena de valor— y tomar decisiones responsables y amigables con el planeta.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), “las emisiones mundiales de CO2 deben disminuir en un 45% entre 2010 y 2030, y alcanzar el cero alrededor de 2050”. Para limitar el aumento del calentamiento global a 1,5°C; el PNUD exhorta también a ejecutar con urgencia acciones colectivas.
En 2019 el 90% de las empresas en Colombia eran pymes, que generaban 35% del PIB y 80% de los empleos del país, según cifras del DANE. Estas cifras revelan la importancia de las pymes. A pesar de los retos impuestos por la pandemia, muchas apuestan por sus proyectos y buscan maneras de mejorar sus procesos y mitigar su impacto ambiental.
Claves para disminuir la emisiones de carbono de las pymes
Si bien las “5 R” (reducir, reparar, recuperar, reutilizar y reciclar) son acciones mundialmente aceptadas para proteger el medioambiente, no son las únicas iniciativas que pueden llevar a cabo las pequeñas y medianas empresas. Estas otras cinco acciones son muy efectivas:
1. Transformación energética: uno de los factores más contaminantes en las organizaciones es el uso de energía proveniente de fuentes poco amigables con el planeta. En este sentido es imperativo iniciar una transformación energética paulatina, que permita migrar a combustibles menos contaminantes y energías cuya producción implique menos emisiones, hasta llegar al uso de energías limpias como la solar y la eólica o una de sus aliadas como el gas licuado del petróleo (GLP). Este último, además de ser un respaldo para las energías renovables, es una solución asequible para las pymes.
El GLP es un aliado económico, excepcional y estratégico de la energía solar y la eólica; además, es el combustible alternativo más empleado en el mundo. Sus usos varían desde sistemas de operación de calderas y hornos para la industria de la hotelería y restaurantes, actividades de fundición y soldadura, hasta combustible para el transporte y vehículos de logística y almacenamiento como los montacargas. Es también un gran aliado de la agricultura, pues se emplea en el mantenimiento de temperaturas adecuadas para cultivos especializados y proyectos avícolas y porcícolas, y en el control de plagas.
2. Medición de la huella de carbono: cada acción cuenta y debe medirse, desde el uso de materiales que impliquen menos consumo de recursos, el desempeño del transporte, la adquisición de materias primas, los procesos de fabricación y la infraestructura, hasta los hábitos de las personas en la empresa. Hay algunas calculadoras que pueden utilizarse para medir la huella de carbono y seguir algunas recomendaciones para su disminución; por ejemplo, la del WWF.
En la medición de la huella de carbono deben contemplarse tanto las actividades directas de la empresa como la de los agentes económicos vinculados a ella, como proveedores y clientes. La medición también abarca el ciclo de vida del producto que fabrique (o del servicio que ofrezca), desde que se extraen las materias primas hasta que finaliza la vida útil del producto y se reutiliza, se recicla o se desecha.
3. Uso de materiales ecoamigables: cada vez hay más alternativas de empaques y embalajes biodegradables y compostables, no solo para los productos propios, sino para los que se adquieren. Siempre es una mejor opción elegir insumos de mejor calidad, cuya vida útil es larga, y optar por materiales reciclables o biodegradables cuando se trata de elementos de un solo uso o desechables.
Asimismo, para el diseño y la construcción de las oficinas hay alternativas amigables con el ambiente, desde materiales más naturales hasta objetos decorativos reutilizados o reciclados. Todo esto sin contar con ciertos hábitos contaminantes que pueden sustituirse por mejores prácticas; por ejemplo, limitar la impresión en papel y sustituirla con las comunicaciones digitales.
4. Movilidad sostenible: el transporte público, el carro compartido, la bicicleta o el monopatín son opciones para disminuir las emisiones de carbono de las pymes. Si a esto se suma la posibilidad de teletrabajar, las emisiones producidas por los traslados de los colaboradores serán aún menores.
De igual forma, los vehículos eléctricos y los programas de optimización de rutas se han convertido en grandes aliados ecológicos en la logística de aprovisionamiento o entrega de materias primas y productos terminados; además en el traslado de los especialistas, en el caso de las empresas que ofrecen servicios. Otra alternativa amigable con el ambiente en lo que se refiere al transporte es aliarse con empresas cercanas que requieren logísticas similares, de manera de realizar traslados conjuntos.
5. Evaluación de la cadena de valor: las emisiones de gases de efecto invernadero de una empresa no son solo las que produce directa o indirectamente. Es muy importante evaluar el impacto ecológico de toda la cadena de valor (desde proveedores hasta minoristas) y cómo es su relación con el entorno.
Para ello hay que revisar las actividades primarias y secundarias de la empresa y evaluar las emisiones de quienes constituyen estas actividades. Las primarias son las básicas y las que se vinculan con la producción física, venta y postventa de productos y servicios (logística, operaciones y manufactura, marketing y ventas); las secundarias son las que complementan las primarias (infraestructura, tecnología, gestión humana y abastecimiento). Establecer relaciones con personas y empresas preocupadas por la sostenibilidad es un indicador clave en la disminución de las emisiones de carbono.
Cada día más emprendimientos (startups) y pymes concientizan a sus colaboradores y a su cadena de valor sobre la importancia de tener operaciones ecológicamente eficientes. Tanto las generaciones anteriores de empresarios como las nuevas están tomando decisiones para favorecer el cumplimiento del ODS vinculado con la protección del medioambiente.
Todas estas acciones suman, así como los pequeños hábitos (separar y reciclar residuos, y ahorrar recursos eléctricos e hídricos, por ejemplo). Cada vez son más las pymes que contribuyen con el desarrollo sostenible, incluso hasta el punto de certificar sus operaciones con los más exigentes estándares. Así, 30% de las pymes colombianas cumplen los estándares del Global Reporting Initiative (GRI).
Conclusiones:
Para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero y contribuir al cumplimiento del ODS número 13, las pymes necesitan sustituir sus fuentes de energía por alternativas menos contaminantes como el gas licuado del petróleo, medir su huella de carbono, elegir materiales ecoamigables, propiciar la movilidad sostenible y evaluar su cadena de valor.
Por Castleberry Media para Empresas Gasco.
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