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En Colombia se ha acelerado la transformación del sistema energético en la última década. En efecto, el uso de energías renovables es más frecuente no solo en las comercializadoras energéticas sino en todas las empresas cuyo objetivo es que sus operaciones sean más limpias.
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En Colombia la energía proviene principalmente de la hidroelectricidad, y en segundo lugar de combustibles fósiles como petróleo, gas y carbón, cuyas reservas se agotan. Por esta razón, en los últimos años se ha invertido en tecnologías que funcionen con recursos renovables y que aporten a solucionar los problemas medioambientales. Actualmente, como porcentaje de la capacidad energética total, las energías renovables no convencionales representan 0,11% (proveniente de proyectos eólicos) y 0,059% (de fuentes solares).
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En Colombia hay regiones como la costa Atlántica, la Orinoquia, el Valle del Cauca y el Magdalena que por su alta exposición solar (entre seis y ocho horas al día), así como por los fuertes vientos, permitirían llevar a cabos proyectos exitosos de generación de energías limpias.
De hecho, el país le ha apostado a ampliar esa capacidad. En este sentido, se han realizado ajustes a la regulación con leyes como la 1715 de 2014, que ofrece incentivos tributarios a las empresas que inviertan en nuevos proyectos de generación y autoconsumo que empleen fuentes no convencionales de energía. Además, hay 294 proyectos energéticos en ejecución, en 25 departamentos para la construcción de plantas de energía solar, eólicas y de biomasa.
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Adicionalmente, el Ministerio de Minas y Energía de Colombia realiza la tercera subasta de energía para contratos de largo plazo (en 2019 realizó las dos primeras subastas). Una subasta es un concurso de asignación pública para proyectos de generación renovable no convencional. Entre sus propósitos está diversificar la matriz energética para hacerla más resiliente a las variables climáticas y reducir las emisiones de dióxido de carbono.
También, en 2019 el Gobierno nacional presentó el Plan Energético Nacional (PEN) 2050, para crear modelos sostenibles que permitan que la transición y la eficiencia energéticas sean fundamentales en el crecimiento económico y el bienestar de la población. Se espera que el desarrollo del sector de la energía en Colombia se centre en tres tendencias: electrificación, descentralización y digitalización.
En 2018 algunas universidades y centros de investigación crearon el grupo Energética 2030, con el apoyo de algunas entidades privadas. El propósito de Energética 2030 es brindar “confiabilidad y sostenibilidad social, económica y ambiental en el horizonte del año 2030, al igual que la creación de nuevas redes de conocimiento, capacidades académicas y empresariales”. Como resultado se han desarrollado proyectos de fuentes no convencionales de energía renovable.
Estos cambios y proyectos han motivado a las empresas a migrar a energías no convencionales; ser más eficientes, ahorrar dinero y ser sostenibles son las principales ganancias. Muchas multinacionales y pymes han realizado inversiones para construir sus propias plantas de energías limpias; otras han decidido contratar expertos que les provean el servicio. En ambas situaciones los beneficios han sido enormes.
Conseguir un aliado que oriente a las organizaciones en la transición energética permitirá adoptar la mejor estrategia. En nuestro país la experiencia del sector azucarero con el uso de bioenergía ha abierto la puerta para que otro tipo de industrias como la avícola, la porcícola, la forestal y la frutícola utilicen sus residuos como fuentes energéticas.
Desde hace varios años compañías como Postobón utilizan energía fotovoltaica con una estructura de conexión de aproximadamente 34,5 kilovoltios (kV); también el aeropuerto El Dorado en Bogotá, que instaló 10.369 paneles solares para generar 3.800.000 kilovatios hora (kW-h) al año. Ambas organizaciones se han convertido en referencias para las compañías que desean hacer la transición energética.
Otras empresas industriales que le han apostado a las energías no convencionales son Comestibles Ítalo (que cubrió el techo de su fábrica con 1.080 paneles solares que producen aproximadamente 490 megavatios) y Almacenes Alkosto (con 1.053 paneles solares, lo que supone una reducción de 234,2 toneladas de CO2 al año).
También, vale la pena resaltar los megaparques solares que se han instalado en los últimos años, como el parque solar Castilla, construido por AES Colombia por solicitud de Ecopetrol en el departamento del Meta. Este parque solar es un hito en la transición energética que adelanta Ecopetrol, que prevé incrementar en los próximos años de 43 megavatios a más de 300 la generación de energía a partir de fuentes renovables.
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Según Portafolio, actualmente hay 110 compañías en nuestro país que han mejorado sus finanzas gracias a plantas solares y otras infraestructuras de fuentes de energías limpias. El ahorro ha alcanzado los $1.384 millones de pesos, pues el consumo de energía representa en promedio entre 2% y 35% de los costos de producción anual. El resultado es un aumento significativo de la rentabilidad y la productividad de las empresas, pues el consumo de energía es uno de los factores que puede aumentar más el costo final de sus productos y servicios.
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En definitiva, se ha avanzado en la utilización de energías renovables. Para las empresas esto se traduce en valor agregado, no solo por la reducción de sus costos, sino por la disminución del impacto ambiental de sus operaciones.